Esta sección busca mostrar que los niños autistas, anclados en la memoria de una realidad supuestamente conocida, seguirán creciendo a una edad adulta obstaculizados por la dificultad de emprender la vía de la coherencia cuántica, en la cual exploramos el infinito recorrido por el semidiós mesoamericano 'Quetzal-cóatl' (Pájaro-serpiente).
Los autistas no pueden regresar, a la manera de Quetzal-Cóatl porque no pueden ir a la manera de Cóatl-Quetzal.
Por lo que se sabe, el autismo es una condición irreversible, cuya cura no se ha encontrado aún. Además, la proporción de la población incluida en ese espectro está aumentando año tras año. Además de mejores herramientas de diagnóstico, de virus desconocidos y del efecto no deseado de algunas vacunas en algunos niños, no podemos descartar el lanzamiento irresponsable en el ambiente de sustancias químicas tóxicas.
El autismo era confundido con la esquizofrenia hasta los primeros sesenta. Pero la diferencia entre los dos espectros es clara: Los autistas no pueden ir con la coherencia cuántica; y los esquizofrénicos no pueden regresar con la decoherencia cuántica.
Podemos incluir en la esquizofrenia imperfecta a las personas que si bien exploraban el borde de la locura cuando eran niños, en la edad adulta pierden la capacidad de dejar atrás la locura con el fin de renovar el mundo compartido. En efecto, la de-coherencia cuántica, o la capacidad de Quetzalcóatl de regresar a un yo mejor y a un otro mejor, es comprometida en un grado variable en las personas atrapadas por las garras de la psicosis.
Entender el autismo lleva al entendimiento de la esquizofrenia; entender la esquizofrenia lleva al entendimiento de la psicosis que la rodea; y entender la psicosis lleva al entendimiento de la mente 'normal'.
La proposición de una teoría (por ejemplo, la heurística logos) que descubriese las raíces cognitivas del autismo y de la esquizofrenia constituiría un hallazgo providencial, ya que permitiría la prevención de ambos espectros, encontrar una cura, diagnosticar el autismo temprano en el desarrollo y aplicar a niños autistas métodos mejorados de enseñanza temprano en la vida.
EL CRECIMIENTO MISTERIOSO DE LOS CASOS DE AUTISMO DESDE KANNER Y ASPERGER
El Entendimiento del autismo infantil pudiese brindarnos a todos la libertad de escoger un "Camino-con-corazón" (como lo propusieron Edmundo de Amicis y el chamán yaqui don Juan).
Leo Kanner (1943) utilizó el término autismo infantil para describir la situación de 11 niños que mostraban tres características anormales:
Sobre Donald, el primer niño que examinó en 1938, Kanner escribió, “Él podía, desde la edad de dos años y medio, decir los nombres de todos los Presidentes y Vice-Presidentes . . . Sin embargo era incapaz de llevar a cabo una conversación común. No podía entrar en contacto con la gente, aunque manipulaba objetos hábilmente. Su memoria era fenomenal. Las pocas veces que se dirigía a alguien—mayormente para satisfacer sus deseos—se refería a el mismo como ‘tú’ y a la otra persona como 'yo' (reversión de pronombres).
Un año después, Hans Asperger presentó un espectro más amplio de niños con formas de ser similares, mostrando que no todos los autistas poseen características de alto funcionamiento. Otras peculiaridades que Asperger notó en sus pacientes eran:
Además de eliminar los sub-tipos del ‘Desorden del Espectro Autista’ (DEA en español y ASD en inglés) (como es el caso del ‘Asperger’, por ejemplo), el DSM-V (American Psychiatric Association, 2013) centra el autismo en dos áreas problemáticas:
A. Discapacidad en 3 de 3 áreas de comunicación social y de interacción a través de contextos imprevistos (que puede ser tan severa como la ausencia total de lenguaje en muchos casos); en la cual, A1 apunta a la pobreza de iniciación y respuesta social (por ejemplo, la falta de atención conjunta), A2 refleja la debilidad de la comunicación no-verbal (por ejemplo, el contacto visual), y A3 se dirige a la deficiencia de conciencia social, intuición, y relación (por ejemplo, la falta de una “teoría-de-la-mente” en considerar, a la edad de 4-5 años, las perspectivas de otras personas);
B. patrones restringidos o repetitivos de comportamiento a razón de por lo menos 2 de 4 síntomas; en la cual, B1 se refiere a modos de hablar o a movimientos atípicos (por ejemplo, ecolalia o reversión de pronombres), B2 denota una resistencia excesiva al cambio y una forma rígida de pensar (por ejemplo, una reacción desmedida a cambios triviales y la dificultad de entender la ironía y el humorismo), B3 está relacionado con un apego excesivo a objetos y a intereses circunstanciales (por ejemplo, cobijas), y B4 muestra o bien indiferencia, o bien una reacción anormal a aspectos sensorios del ambiente (por ejemplo, objetos en rotación). (Ver un sumario de observaciones sobre autismo [summary of DSM-V observations] preparado por L. Carpenter [PhD] en el 2013.)
LA PREVALENCIA DEL AUTISMO Y DE LA PSICOSIS
En lo que atañe la prevalencia del autismo, el DSM-IV-TR (2000) presentó una media de 5 casos por 10.000 individuos (0,05 %), mientras que el CDC de Atlanta se adhiere ahora a un estimado de 1 caso de autismo por 59 niños (o el 1,69 %). Eso lleva a pensar que hay unos 5 millones de autistas en los Estados Unidos y quizás 80 millones en el mundo.
En cualquier caso, Cassella (2018d) ha propuesto que la prevalencia del autismo y de la psicosis (que incluye la esquizofrenia) está aumentando.
El hecho que el juego simbólico solitario del DSM-IV (2004) haya sido sustituido en el DSM-V con el juego imaginario compartido demuestra que los numerosos autores del DSM-V no conocen aún la causa última del autismo.--la dificultad de entrar en la coherencia cuántica. Algo similar--la dificultad para entrar en la decoherencia cuántica-- puede decirse del espectro conexo a la psicosis y a la enfermedad en su centro: la esquizofrenia.
Tal como se hizo para el autismo, el DSM-V eliminó algunos sub-tipos de esquizofrenia (por ejemplo, la paranoia), dejando el terreno de gente golpeada por la esquizofrenia a los que experimentan por más de un mes ilusiones o alucinaciones fuera de toda realidad. Si en el espectro de la psicosis (la dificultad de interpretar la realidad en forma compartida) incluimos la esquizofrenia (25-60 millones), el desorden bipolar (60-80 millones), y la depresión (270-300 millones), entonces la prevalencia promedio de la psicosis (cerca del 5%) es 5 veces la del autismo.
En 1964, Bernard Rimland mostró que la visión de la realidad conocida y compartida por parte de los autistas y la distorsión de la realidad en la esquizofrenia obedecen esquemas cognitivos opuestos, de la misma manera que la cordura se opone a la locura.
Puesto que los esquizofrénicos responden positivamente al suministro de antagonistas de la dopamina, mientras que no hay fármaco aún que pueda eliminar el autismo, Cassella (2017a) se adhirió a la conclusión de Rimland que la esquizofrenia deriva de una predisposición genética relacionada pero opuesta a la que causa el autismo. El autismo golpea nuestros niños, mientras que la esquizofrenia ataca a los jóvenes que salen de la adolescencia hasta la edad de 35 años, concentrándose alrededor de la edad de 20 y de 30 años.
Si los esquizofrénicos son el 10% de los psicóticos (cerca de 400 millones), una persona en 200 sufre de esquizofrenia; y 1 en 20, de psicosis. Una aproximación útil consideraría que 1% de nosotros trata sólo con nuestra faceta autista y respetuosa de la ley; y 1%, con nuestra faceta esquizofrénica e irrespetuosa. En resumen, es aconsejable bajar la velocidad frente a un semáforo verde.
El autismo, el retraso mental, el síndrome de Down, la esquizofrenia y la psicosis representan diferentes defectos de la relación de dos aspectos de la mente normal:
La próxima sección insiste en la hipótesis que la exploración del autismo es el primer paso para comprender y alejar los distintos defectos que pueden afligir la mente de nuestros descendientes.
La aparición de una tercera copia del cromosoma 21 en el síndrome de Down representa una malformación genética conocida. Ese no es el caso del autismo, puesto que se desconoce la naturaleza del desorden genético en su base.
Aunque el autismo pudiese derivar de un daño central a una faceta extraña de nuestra cognición, ese espectro puede relacionarse con una gran variedad de etiologías; por ejemplo, la epilepsia, el retraso mental y la parálisis cerebral. De hecho, el 70 % de los autistas presentan un grado variable de retraso mental; una característica que el autismo comparte con la parálisis cerebral y el síndrome de Down, aunque ninguno de esos dos defectos del desarrollo cognitivo está relacionado con el autismo infantil.
Además, una tercera parte de los casos de autismo es asociada con anormalidades pre- y peri-natales, junto al desarrollo de convulsiones en la adolescencia más que en la infancia (Deykin & MacMahon, 1979). En contraste con eso, el retraso mental no-autístico es relacionado con complicaciones post-natales y con epilepsia infantil (Richardson, Koller, Katz, & McLaren, 1980).
LOS BENEFICIOS DE CONOCER LAS RAÍCES COGNITIVAS DEL AUTISMO
La proposición de una teoría que descubriese las raíces cognitivas del autismo constituiría un hallazgo providencial, ya que pudiese prevenir la ocurrencia de ese espectro, encontrar una cura, emitir diagnósticos temprano en la vida y aplicar métodos mejorados de enseñanza.
En este sitio web, Cassella (2018f) apunta a más que prevenir el orden autista y el desorden esquizofrénico. Aquí, estamos convencidos que descubrir las raíces del autismo y de la esquizofrenia--además de evitar la degeneración mental de algunos líderes, de algunas naciones y de la sociedad global--pudiese llevarnos a buscar y a encontrar nuevos horizontes de cómo enfrentar problemas cruciales, de resolverlos, de aprender y de reafirmar el Progreso de los hijos de nuestros hijos.
El hecho de que no comprendamos el desorden cognitivo en la base del autismo limita severamente los métodos utilizados en la enseñanza de niños autistas. Los métodos corrientes de enseñanza son basados principalmente en las técnicas de modificación de conducta, derivadas del condicionamiento operante; tal como lo señaló B. F. Skinner, un psicólogo de la Universidad de Harvard .
MODIFICACIÓN DE CONDUCTA
El condicionamiento operante—que considera la existencia de la mente una hipótesis superflua—ha originado técnicas cruciales de reforzamiento positivo, que facilitan la adquisición de significados centrales, hábitos, reglas y destrezas básicas.
Aún así, los métodos educativos basados en la teoría del condicionamiento operante no pueden enseñarles a los autistas cómo reajustar conocimientos familiares cuando el contexto cambia abruptamente o cuando el ambiente presenta demandas inusuales.
De hecho, cuando los problemas desatados por las vicisitudes de la vida nos fuerzan a buscar nuevos horizontes, la modificación de conducta—utilizada con gran éxito en el entrenamiento de los animales que trabajan en los circos—se vuelve menos efectiva, inefectiva, y aún contraproducente.
Puesto que la creatividad de los autistas es débil, en una vuelta irónica, la modificación de conducta pudiese reforzar su tendencia autística a apegarse a lo que saben en situaciones en las cuales el conocimiento familiar es inadecuado.
Quizás, los métodos de enseñanza basados en el condicionamiento operante trabajarían mejor si fuesen enriquecidos por una actitud favorable al cambio o a la re-creación social. Sólo a través de la creatividad cuántica podemos suspender virtualmente la validez de conocimientos considerados “ciertos” y “legítimos” y repetitivos; pero a veces equivocados.
Una teoría sobre las raíces psicológicas y neuro-biológicas del autismo pudiese enriquecer los métodos de enseñanza tanto de niños autistas como de niños normales.
LA FALLA DE LOS AUTISTAS EN PRUEBAS DE CREENCIA FALSA (TEORÍA DE LA MENTE)
La teoría que andamos buscando no tiene por qué basarse en especulaciones, ya que actualmente tenemos a disposición una gran variedad de resultados sin explicación, derivados de experimentos realizados con sujetos autistas en diferentes campos de la psicología y de las ciencias neuro-cognitivas. Este arreglo sustancial de resultados enigmáticos puede convertirse en un tesoro en los ojos de aquellos que logren integrarlos hacia la explicación de sus causas.
Una teoría coherente tendría la capacidad de:
La figura de arriba resume la teoría que la mente humana y la naturaleza responden en primer lugar a la computación clásica (donde la verdad, con p = probabilidad = 1, se opone a la falsedad con p = zero) de un lado autista (p = 1; a la izquierda, en la cabeza central del dibujo) que se opone a un lado esquizofrénico (p = 0; a la derecha, en la cara central), en el regazo de la 1ra. atención.
A la lucha entre esas dos facetas del yo y de la naturaleza se superpone un lado artístico (las dos caras juntas, o la computación cuántica)
Quien no lograse ver el conjunto de la faceta autista del ser (desarrollada en demasía en el autismo de alto funcionamiento), la faceta esquizofrénica y la faceta artística ( o sea, la tres caras juntas) entenderá también lo difícil que es captar la Tercera Atención.
El uso social de la conciencia de la posible unión de las tres facetas (autística, esquizofrénica y artística) lleva al Tercer Punto como meta personal del ser humano que (según don Juan) se transforma antes de morir en un hombre- o en una mujer-de-conocimiento.
La teoría apenas esbozada es avalada por varias investigaciones científicas. Además de las hipótesis desarrolladas en su investigación universitaria desde 1994 hasta el 2001, Cassella (2018b; 2018d) tomó en cuenta el protocolo “cambiar/desconectar” ('shift-disengage: SDP') diseñado por Landry y Bryson (2004).
En el protocolo SDP, los autistas igualaron a sus controles normales en cambiar su atención cuando un grupo de luces se apagó en una pared a su izquierda y se prendió en una pared a su derecha. Sin embargo, los sujetos con autismo no emularon a sus controles en lucir su segunda atención durante la etapa de “desacople”, en la que las luces se prendieron en la pared opuesta aún cuando las luces originales quedaron prendidas.
La capacidad no-local de los sujetos no-autistas para prestarle atención simultáneamente, en su mente, a conjuntos opuestos de luz implica . . .
El comportamiento de los autistas frente al SDP sugiere que ellos no pueden lidiar con tareas basadas en la capacidad para . . .
Desde 1985, los científicos cognitivos han encontrado que el problema central en el espectro de comportamientos anómalos observados en individuos con autismo es su dificultad para pasar pruebas de ‘creencia-falsa' (Baron-Cohen, Leslie, & Frith, 1985; Baron-Cohen, 1989, 1993, 1995).
A manera de ejemplo considérese la siguiente situación: A los sujetos experimentales se les pide que miren a un muñeco y a una muñeca (un muchacho y una muchacha) que están jugando con canicas en un cuarto. Antes de salir del cuarto, la muñeca deja las canicas debajo de una almohada. Los sujetos experimentales ven también que el muñeco-varón mueve las canicas a la gaveta de un escritorio mientras la muñeca está afuera.
A ese punto un investigador le pregunta al sujeto experimental dónde irá a buscar sus canicas la muñeca que está a punto de volver al cuarto de juegos. Los niños normales responden que la muñeca irá a buscar sus canicas debajo de la almohada, donde las dejó; y los niños autistas contestan que la muñeca las buscará en la gaveta, puesto que allí es donde están las canicas.
Ya en 1997 después de su investigación en Harvard, Cassella consideró la hipótesis que:
En otras palabras, los sujetos sin autismo tienen la posibilidad mental de moverse a posiciones encontradas simultáneamente y de escoger entre la verdad de la realidad y la realidad opuesta en la mente de la muñeca, lo que conlleva la precedencia de una velocidad infinita sobre una velocidad finita.
EL ÉXITO DE LOS AUTISTAS EN PRUEBAS DEL RECONOCIMIENTO DE LA PERMANENCIA DEL YO Y DEL OTRO
Otra pieza crucial de conocimiento que ha contribuido a la visión de Cassella (2017a) sobre las raíces de la creatividad en todo sistema natural es el éxito de los autistas en pasar la “Foto-prueba de Zaitchik” (Zaitchik, 1990).
Esa prueba detecta la llegada de la meta-representación capaz de amarrar dos conceptos, puesto que mide la capacidad de reconocer la identidad del otro a través del tiempo. La foto-prueba de Zaitchik es pasada por los niños normales a la edad de 4-5 años, la misma edad en que pasan la prueba de la creencia falsa.
En la Foto-prueba de Zaitchik, Ernie, un personaje de Plaza Sésamo (Sesame Street), toma una foto de su amigo Bert cuando está acostado en una colchoneta. Bert se va, y Pájaro Grande se acuesta en esa colchoneta. Apuntando a la foto tomada, pero sin revelar su contenido, un experimentador le pregunta al sujeto experimental, “En la foto, ¿quién yace en la colchoneta?” Actuando en forma aparentemente opuesta a su comportamiento en la prueba de la Creencia Falsa, los autistas responden correctamente que 'Bert yace en la colchoneta', aunque vean allí a Pájaro Grande.
En la perspectiva de Perner (1991) y en las réplicas análogas de Leslie y Roth’s (1993) del protocolo inherente a la Foto-prueba de Zaitchik, los autistas fueron 50 % más exitosos que sus controles normales. Puesto que esa prueba es igual de compleja (desde el punto de vista de la meta-representación) que la prueba de la Creencia Falsa, surge la pregunta: ¿Cuál es la razón detrás del éxito sorprendente de los autistas?
En sus libros, Cassella (2002a, 2003, 2004, 2018c) explicó que los autistas son extremadamente exitosos en la Foto-prueba de Zaitchik porque . . .
El analisis de la Foto-prueba de Zaitchik por parte de Cassella lo lleva a proponer que la secuencia/Tonal/Pastoral/Tumim soporta nuestra capacidad de preservar la invariancia de la verdad. En el caso particular de Zaitchik, los autistas responden que . . .
Desde el momento que no pueden cortejar la velocidad infinita que sostiene la duda,
Y hacen eso porque nuestro lado autístico es sostenido por principios cognitivos bien reales.
Tal como lo mostró Einstein en sus trabajos sobre la relatividad especial y general, una velocidad infinita violaría la realidad visible.
La dificultad de captar la realidad de una velocidad infinita está en la base del desconocimiento oficial del anti-universo (Cassella, 2019b) y de cómo solucionar el problema denominado "Catástrofe del Vacío". (Las lectoras pudiesen ver la última sección de esta página).
Esa proposición es reforzada por el comportamiento de sujetos autistas en una prueba similar a la Foto-prueba de Zaitchik, la del Sí-Mismo-Propio (Povinelli, Landau, & Perilloux, 1996), que es pasada por los niños normales a la misma edad (4-5 años) en que pasan la prueba de la Creencia Falsa y la Foto-prueba de Zaitchik.
De acuerdo con Povinelli et al., la prueba del Sí-Mismo-Propio (Proper self) mide la capacidad para reconocer la identidad del yo a través del tiempo. En la prueba del Sí-Mismo-Propio, el experimentador principal se coloca detrás del sujeto experimental. Un ayudante toma una foto del sujeto mientras el experimentador está a punto de colocar una calcomanía sobre el pelo del sujeto experimental. En una segunda foto, la calcomanía que descansa en el pelo del sujeto experimental es plenamente visible. Ese sujeto pasa la prueba si trata de quitarse la calcomanía después de ver la primera o la segunda foto.
Al comienzo de su investigación en el verano de 1996, Cassella (1997, 2000) sometió sujetos autistas y no-autistas a dos protocolo de Creencia Falsa y al protocolo del Sí-Mismo-Propio en la Escuela Boston Higashi de Randolph (MA). Como había sido previsto, los sujetos autistas de alto funcionamiento de Cassella fallaron las dos pruebas de Creencia Falsa; pero pasaron la prueba del Sí-Mismo-Propio. Los sujetos no-autistas, en cambio, pasaron ambas pruebas.
Antonio Cassella (1997, 2000, 2002a, 2002c, 2017a, 2018e) entendió que . . .
La guía providencial del Virgilio de Cassella (el Dr. Alfonso Caramazza [1994]) ha sido esencial en considerar que, en las personas sin autismo, la computación cuántica de la Creencia Falsa se superpone a la computación clásica del Sí-Mismo-Propio.
Pareciera que la 2da. atención no local dañada en el autismo necesite de la 1ra. atención local ilesa en los autistas de alto funcionamiento. Dicho en las palabras textuales de Caramazza, . . .
"Pasar la prueba del Sí Mismo Propio es una condición necesaria, pero no suficiente, para pasar la Creencia Falsa".
Las palabras de Caramazza apuntan directamente a la cruz desesperante del autismo: la conservación de la memoria clásica a daño de la imaginación cuántica; e indirectamente, a la jerarquía distribuida de la mente y de la naturaleza.
En lo que atañe referencias a artículos y libros escritos por Antonio Cassella, agradecemos al lector que examine el listado presentado en la página de su biografía.
American Psychiatric Association. 2013. Diagnostic and statistical manual of mental disorders (DSMA V, 5th Edition), Washington, D.C.: Author.
Asperger, H. (1944). Die autistischen, psychopathen in kindersalter. Archiv fur Psychiatrie and nervenkrankheiten, 117, 76-136.
Baron-Cohen, S. (1989). Are autistic children behaviorists? An examination of their mental-physical and appearance-reality distinctions. Journal of Autism and Developmental Disorders, 19, 579-600.
Baron-Cohen, S. (1993). From attention-goal psychology to belief-desire psychology: The development of a theory of mind and its dysfunction. In S. Baron-Cohen, H. Tager-Flusberg, and D. J. Cohen, eds., Understanding other minds: Perspectives from autism (pp. 59-82). Oxford: Oxford University Press.
Baron-Cohen, S. (1995). Mindblindness. Cambridge (MA): MIT Press.
Baron-Cohen, S., Leslie, A., & Frith, U. (1985). Does the autistic child have a “theory of mind”? Cognition, 21, 37-46.
Caramazza, A. (1994). “Parallels and ubiquities in the acquisition and dissolution of language.” Proceedings of the Royal Society of London, 346, 121-127.
Deykin, E, Y., & MacMahon, B. (1979). Pregnancy, delivery, and neonatal complications among
Kanner, L. (1943). Autistic disturbances of affective contact. Nervous Child, 2, 217-250.
Leslie, A., & Roth, D. (1993). What autism teaches us about metarepresentation. In S. Baron-Cohen, H. Tager-Flusberg, and D. J. Cohen, eds., Understanding other minds: Perspectives from autism (pp. 83-111). Oxford, England: Oxford University Press.
Perner, J. (1991). Understanding the representational mind. Cambridge, Mss.: MIT Press.
Povinelli, D. J., Landau, K., & Perilloux, H. K. (1996). Self-recognition in young children using delayed versus live feedback: Evidence of a developmental asynchrony. Child Development, 67, 1540-1554.
Richardson, S.A., Koller, H., Katz, M. & McLaren, J. (1980). Seizures and epilepsy in a mentally retarded population over the first 22 years of life. Applied Research in Mental Retardation 1,123-38.
Zaitchik, D. (1990). When representations conflict with reality: The preschooler’s problem with false beliefs and “false” photographs. Cognition, 35, 41-68.
Wimmer, H., & Perner, J. (1983). Beliefs about beliefs: Representation and constraining function of wrong beliefs in young children’s understanding of deception. Cognition, 13, 103-128.
Copyright © 2019-2023 Antonio Cassella- All the rights are kept. Reviewed on September 19, 2023
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